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BUENA SUERTE MALA SUERTE 

Aceptología: Fluir y confiar en la vida 

Érase una vez un granjero muy sabio y ecuánime que vivía en una pequeña aldea con su hijo y su caballo. Una mañana al despertar, vieron que el caballo se había escapado. Todos los habitantes del pueblo fueron corriendo a su casa a decirle “¡Qué mala suerte!, ahora no vais a poder arar la tierra y pasareis hambre”. Él, contestó: “Mala suerte, buena suerte, quién sabe”. Al día siguiente, el caballo volvió con un grupo de caballos salvajes, y todos en el pueblo corrieron a decirle “¡Qué buena suerte, ahora sois ricos con tantos caballos!”. Él contestó: “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”. A los pocos días, su hijo estaba domando a uno de los caballos salvajes y se cayó, rompiéndose las dos piernas. De nuevo, todos los vecinos del pueblo acudieron a decirle “¡Qué mala suerte!, con tu hijo así no vas a poder arar y tú estás ya demasiado mayor!”. A lo que él contestó: “Mala suerte, buena suerte, quién sabe”. A la semana siguiente, el jefe de su aldea entró en guerra con las aldeas vecinas, y todos los jóvenes fueron reclutados a ir a luchar hasta la muerte. Todos menos el hijo del granjero. De nuevo, los vecinos de la aldea fueron a decirle “¡Qué buena suerte!, tu hijo se ha librado de la guerra!”. A lo que el granjero contestó: “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”. 

Lo que es, es. Y toca aceptarlo. Aceptarlo no quiere decir estar de acuerdo, ni tampoco resignarse. Quiere decir “trabajar con lo que hay”. Y desde ahí, decidir qué quiero hacer. La aceptación es una cualidad del Yo, de la consciencia, de la protagonista que mira y evalúa las cartas que le está dando la vida en ese momento, sin juicio. La resignación es del ego, del victimismo, que encubre una rabia contenida porque cree que no puede hacer nada. La aceptación posibilita decidir hacer, la resignación es miedo a hacer.   

Dicen los sabios, que todo lo que nos pasa es para algo, que algo tenemos que aprender de ello. Te lo puedes creer o no. Pero pasará. Podemos fluir con la vida o pelearnos con ella. Ella de todos modos va a pasar, será lo que sea, el tema es cómo lo vamos a vivirlo nosotras, qué interpretación y diálogo interno vamos a validar.   

Cuando estaba acabando la carrera de económicas, me presenté al que consideraba en ese momento el trabajo soñado. Un puesto de brand manager en los helados Frigo (Unilever). Éramos unos 250 candidatos. Llegamos a la final dos aspirantes. No me escogieron a mí. De nada me servía el consuelo que me decían todos “tienes que estar orgullosa, has llegado a la final”. Me sentía una perdedora. Le di mil y una vueltas a la última entrevista, y me dije cosas que ni mi peor enemigo me diría. ¡Qué mala suerte! ¿Mala suerte o buena suerte, quién sabe? 

A los pocos meses, me presenté a las becas de comercio internacional de la Generalitat para hacer un año de prácticas en las Oficinas Comerciales de España por el mundo. Son unas becas muy codiciadas y con pruebas y entrevistas muy exigentes. Conseguí una beca en la Ofcomes de México, donde pasé uno de los mejores años de mi vida. Tengo recuerdos, anécdotas y amigos increíbles de ese maravilloso año. Con el zoom de la vida, el prepararme para el puesto de Unilever sin duda me ayudó a estar más preparada para la candidatura a las becas. Y si me hubiesen cogido en Unilever no me habría ido a México.   

La vida es un presente continuo, no se para. Querer controlarla al 100%, además de cansado e inútil, no nos deja la opción de ilusionarnos por lo siguiente estupendo que puede venir. Lo que estoy diciendo no invalida el ser previsora y el planificar.  

Yo, a fecha de hoy, he elegido las gafas de confiar en la vida, agradecer e ilusionarme con todo. La invitación es, a desde la madurez y la experiencia, intentar recuperar la apertura, la capacidad de sorprendernos y fluir con la vida que teníamos de niños. Es una decisión, una actitud, y teniendo en cuenta que la vida va a fluir igual, como el rio, personalmente creo que es mejor vivirla y no resistirla. No siempre fue así, pero con estas gafas soy más feliz.  

¿Y tú qué gafas has elegido? 

Como siempre, no te creas nada, experiméntalo.  

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